Categoría: Reflexiones

Cada uno de nosotros es un radiador caminante. Frecuentemente irradiamos pensamientos y actitudes. Desde nuestra profundidad irradiamos nuestro estado de ser, y el estado esencial, original y eterno de cada alma es la paz y el amor. Pero nosotros bloqueamos y distorsionamos la energía con nuestros apegos. Los apegos cambian el amor en miedo, la paz en ira y así distorsionamos nuestra actitud y acciones hacia los otros. Esto ni es relajación para nuestro ser, ni para los demás. Esto es por lo que el desapego es el secreto de vivir liviana y amorosamente.

Si los árboles tuvieran alma, la cualidad que debería de atribuírseles sería la gentileza. Nos dan frutos, sombra, oxígeno…

La lengua amarga hace la vida amarga, la lengua dulce hace la vida mejor.

Cuando tenemos pensamientos negativos, tratamos de pararlos. Sabemos que no son buenos para nosotros y que ellos drenan nuestra energía, así que tratamos de evitarlos o cambiarlos. Porque no siempre somos exitosos en hacerlo, empezamos a aceptar esta clase de pensamientos como parte de nuestra vida, no lo son.  Al notarlos, cambiarlos y pensar por pensamientos buenos, productivos y no dañinos, eso nos mantiene sanos.

Embebe la virtud de la humildad y la paciencia y el fuego de la ira se calmará.

La ira causa mucho daño. Cuando alguien se enoja, este enojo también crea enojo en otros. Se necesitan dos manos para aplaudir. Por eso, si alguien se enoja, rocíelo con flores.

Cuando alguien tiene sentimientos bajos, usted puede restaurar su autoconfianza manteniendo una firme, clara visión de sus bondades y qué lo hace especial.

Cuando inicio el día con un momento de soledad y contemplación, aún el itinerario mas lleno fluye mas suavemente.

Mas valioso que las cosas que damos a otros son los regalos de las virtudes que pasamos calladamente a otros a través de nuestras abnegadas y nobles acciones.

La jornada de la vida es excitante cuando supera sus propias debilidades. Algunas veces sus enemigos enseñan mas que sus amigos. Rocíelo con flores.